lunes, 28 de septiembre de 2009

De corazón, siempre bienvenido

Hoy volvemos a retomar la pluma para dar la bienvenida a nuevos artículos y, en especial, a un nuevo pesudónimo que se une nuestro grito diario. Una nueva voz que conseguirá hacer las delicias de los lectores. Tal día como hoy mi corazón se enternece para dar la bienvenida a un escritor de los que ya van quedando pocos, un narrador poético y un juglar de nuestro tiempo.

Santos de Terravana sea usted bienvenido

A los músicos de esquina



Acomodado en el tranco, en la esquina de una calle cualquiera, un trovador inventor de melodías, historias robadas, deja salir de su guitarra acordes sin dueño. El rasgar de las cuerdas suena a raja en el alma, a lija y a esparto, corazón solitario de la noche, flamenco de toda Luna.
Joven bandolero, ropajes a la sazón usados por almas anónimas, como todo en su vida: cuentos y vidas, al igual, robados. Nada es suyo, Nada le pertenece y sin embargo te narra; y sin embargo te cuenta, a ti... Tu vida, tus alegrías y tus llantos, tus momentos de gloria, y de bajada a los infiernos. Él las canta, pero no... no conoce nada, ni a nadie.
Solitario puracasta, en tu sombrero lleno de quebrantos y palos, de humillaciones y desprecios, yo echaré mi moneda, mañana... Por imaginarme lo que haya podido ser tu vida, lo que portas contigo en la mochila, sendero en el que lo barato salía caro, y los atajos parecían desembocar en un sufrimiento dilatado. Por dibujar la mejor de tus sonrisas ante la indiferencia del transeúnte autómata, sin espacio en el corazón para la alegría de unas notas en mayor.
Compañero de los gatos, enciende el cigarro de después acompañado de la bóveda, cada vez menos celeste.
Sucia garrapata.
Rata callejera, borracho de vivencias, drogado de emociones, yo te envidio.
Ya es mañana y me dirijo hacia esa esquina, a echar mi moneda a ese tu guardián de las ideas, rasgado y presidido por el 13...Te invitaré a la cerveza más jodidamente larga que nunca hayas tenido el gusto de tragar...para conversar... contarte y que me cuentes, trilero de rambla...
Pero no estás, ya te has ido... esta esquina, este barrio, esta ciudad y el mundo son demasiado pequeños para ti. Ahora llenarás otras vidas, otro lugar, otras almas, de guitarra y ronca voz. Gente con suerte, aunque ignorantes.
Y tú sentado ves a la gente pasar, sonríes ante su falta de humanidad y fumas, tocas y vuelas por encima de ellos. Dejas tu guitarra sola, pitillo a medias, esquina vacía... Te ríes. Inerte tu cuerpo mojado por la lluvia, carne de fosa pues no tienes nombre. No pienses que nadie te llora... ¿te parece poco el cielo?
Has dejado huérfanas a nuestras calles de flamenco y alegría, de color y sangre hirviendo, de ganas de vivir gracias a tus puntiagudas y descaradas patrañas. No hacías nada, eras un vago... lo hacías todo, tocabas.
Ahora eres libre y desde aquí te añora el pentagrama del que nunca supiste nada, deseando ser manchado con tu pluma y que le escupas.
Trovador, garrapata, rata, bandolero, condenado injustamente como tantos otros a ser por siempre y a morir, como ese eterno y frágil músico de esquina.

A José “El Quebrantos”,
por aquel verano en que llegaste y te fuiste,
por alegrar el interminable agosto a aquél menuico de 7 años.

Santos de Terravana.

El arte del desarte



Quizás me equivoque pero no existe un espectáculo más delicioso que observar a los huéspedes diarios que ocupan el museo del Prado al contemplar las más preciosas obras de arte que este museo alberga. Se oyen todo tipo de perlas de lo más sabias, gracias a las cuáles hasta un joven desprovisto de cultura podría seducir a la más bella de las sílfides del lugar. "Si te fijas bien, Velázquez intenta que nos demos cuenta que la pobreza en el mundo debe ser erradicada", "Velázquez era un visionario y ya se dio cuenta de que las hijas del los reyes no iban a ser demasiado hermosas" u otros de lo más revolucionarios "Velázquez pretende enseñarnos la cara B de la monarquía y por ello debemos levantarnos contra toda clase de gobierno totalitario". Claro está que al oir aclaraciones de este estilo, sumadas a las de otros pseudogenios conforman una atmósfera, cuanto menos, cómica. Para ser honestos, la gran mayoría que acude en tromba a esta meca del buen gusto va animada por el hecho de mirar a los ojos a Mirabárbola y a sus entrañables hermanas, nada de complicarse con otros artistas complejos y exentos de sentido racional. Incluso yo me siento maravillado una vez que puedo sentirme como el ilustre don Diego mirando a la escena desde mi caballete.
La parafernalia del arte moderno ha ido siguiendo la estela (en lo que a importancia se refiere) del arte clásico y de corte histórico. El arte moderno me ha hecho llegar a una encrucijada en la que no soy capaz de distinguir lo que es bello de lo que no o, mejor dicho, lo que es artístico de lo que es un esperpento. Aunque casi hay ocasiones en las que el esperpento es algo bello. Soy una especie de invidente que no sabe distinguir lo que es una rata de una ardilla. Todo ello en parte propiciado por el espíritu obligado de transgresión que muchos de los artistas modernos comulgan. Me devano los sesos intentando descifrar el mensaje que se propone al plasmar, por ejemplo, un punto negro sobre un fondo blanco. Despojándonos del dramatismo, hasta mi futura sobrina sabría elaborar a partir de su fantasiosa e imberbe mente una posible interpretación pese a rozar el simplismo. Mi intención no sólo reside en crispar a genios y galeristas de tan actual escuela sino en tratar de comprender la vehemencia de sus obras con respecto a lo que conocemos como arte. No pretendo ser dogmático cuando alego que el arte debería ser una expresión humana de emociones, sentimientos o simples visiones del mundo que le rodea a partir de distintos medios. Como en todas aquellas facultades que posee el ser humano, existen individuos más duchos y, otros, menos capacitados por la Providencia para el desempeño de dichas capacidades. La posibilidad de realizar mejor o peor una actividad se recibe de manera innata o se va puliendo con el paso de los años. De todas formas, la discriminación en el arte moderno nunca ha sido registrada y hasta el más patán de los artistas podría conquistar las paredes del mismísimo MOMA. Con todos mis respectos, el arte moderno ha quedado limitado a una especie de concurso en el que el ganador del premio gordo resulta ser aquel que haya dado con la rareza más estrafalaria. Ya no importa si se siguen unos cánones o no. Eso forma parte del pasado. La violación, cuanto más sútil y degenerada de las formas estéticas, resulta ser la alternativa más fiable para engrosar los bolsillos de artistas y mecenas. No por ello tengo que ser injusto y reconozco la valía de autores realmente capaces de transmitir desde una expresión de júbilo perfecta a un lamento crudo y desgarrado.
Todo ello siendo dicho desde una visión plebeya. El arte moderno resulta ser una constante interrogante y eso es lo que prima. No hay formas ni trazos perfectos, sino interpretaciones monstruosamente destartaladas. Probablemente será un problema de maestros bien afamados que sin el apoyo de su veredicto, te consiguen avocar a un pozo sin fondo. Pues en cuanto repaso galerías, ferias o cualquier otro nido de expresión moderna me hago las mismas preguntas: ¿Qué es el arte moderno?,¿acaso una patraña?, ¿un grito hacia ninguna parte?, ¿unos versos mal rimados?, por favor, qué alguien me diga: ¿qué es el arte? el arte, es la expresión del desarte.

Luigi Pirandello

martes, 15 de septiembre de 2009

Prohibida la entrada a no-humanos


“Los aztecas nos lo advirtieron”. Algo así decía el tagline del nuevo film de Ronald Emmerich. Se trata de una película titulada 2012, cuya original e innovadora trama gira en torno al irremediable y caótico fin del mundo (mensajes ecologistas subliminales a la vista). La consigna de Emmerich es sencilla: coge monumentos icónicos del mundo y dinamítalos, derrumbalos, inúndalos, haz lo que quieras, pero que se conviertan en una estampa apocalíptica desoladora. Creo que nos suena: Independence Day, Godzilla, El Día de Mañana... Been there, done that.

Afortunadamente de 2012 sólo vi el trailer. La que vi esa noche fue District 9, gran película que muestra cómo aún se puede ser original dentro del ancestral género de la ciencia-ficción. El visionario neozelandés Peter Jackson acertó al darle su voto de confianza (y varios millones) al realizador joven y desconocido Neill Blomkamp. Su apuesta era arriesgada, pero cuanto más riesgo, mayor el beneficio. Importa la historia, claro que sí, pero igual de importante es cómo se cuenta, los recursos narrativos empleados y las nuevas maneras de crear suspense. El director elige mezclar el lenguaje cinematográfico con la gramática propia del género documental para dotar a su increíble historia de una veracidad y cercanía inquietantes. Peter Jackson ya comprobó el potencial narrativo del falso documental (o mockumentary, como se prefiera) en su Verdadera Historia del Cine. Ahora es Neill Blomkamp quien utiliza esta frescura y espontaneidad para narrar su guerra contra alienígenas como hace seis décadas lo haría Orson Welles con su adaptación radiofónica de la Guerra de los Mundos. Resulta especialmente efectivo mezclar problemas ficticios (alienígenas) con problemas sociales acuciantes en el Johanesburgo de verdad (segregación racial, pobreza, contrabando, guetos...), haciéndolos convivir y retroalimentarse, creando una cruda crítica social excusada por el disfraz de la ciencia-ficción.

La película se podría clasificar de cine para masas, etiqueta con ciertas connotaciones peyorativas. Sí es cine para masas, y aún se puede meter en el saco de las pelis de verano. Es una película espectacular, de extraterrestres, pero no es una simple peli de explosiones. Las secuencias de acción son ciertamente impactantes. No obstante, con lo que me quedo del film es con la paulatina transformación del protagonista en alienígena, mutación llena de desasosiego y terror al más puro estilo La Mosca de Cronenberg (la comparación se podría extender a La Metamorfosis de Kafka). Blomkamp trata los temas de la desolación y la lucha contra las circunstancias con mucho estilo y acierto, demostrando que en este tipo de palículas también se puede incluir temas humanos.

En fin, os recomiendo a todos esta singular película, y en especial, a Ronald Emmerich...


King Creole

lunes, 14 de septiembre de 2009

Larga vida al maestro

Así reza nuestro lema: "sin libertad de criticar, no hay alabanza verdadera". Pues realmente esta es la filosofía con la que afrontamos la inauguración de este blog. Aportaremos un punto de vista que no estamos acostumbrados a leer en nuestros períodicos. Nuestro objetivo será ofrecer una mirada crítica a la realidad que nos ha tocado vivir con un toque satírico sin perder, a su vez, la noción seria del asunto. Esperamos compartir con los lectores este enfoque y, a la vez, nos hacemos responsables tanto del cariño de unos como de la ira de otros. No obstante, sin perder nunca el ánimo de rememorar con nuestras letras al maestro Larra.

Bienvenidos

Tarantino is back


Entras en la sala. Las luces se apagan y el silencio se apodera de la estancia. Comienza la proyección: una pradera verde y un padre bregando en las tareas del campo. Parece el comienzo del enésimo western crepuscular. Es un prólogo largo y pausado, efectivo homenaje a los vaqueros de antaño. Acaba de comenzar Malditos Bastardos, lo último de Tarantino
Tras la inquietante introducción, dos horas y media de una nueva obra maestra del último niño mimado de Hollywood: una mezcla entre la originalidad y la sátira de Pulp Fiction y la elegancia formal de Kill Bill.
He de reconocer que tras el sonoro tropiezo de Death Proof (o no la entendí o simplemente era muy mala), quedé consternado pero no perdí la esperanza. Lo único interesante de aquella película era la secuencia repetida de un espectacular accidente. Y a eso nos aferrábamos los fans del realizador. Y éste nos ha dado la razón, levantándose con brío y destreza, al presentarnos una de las películas más interesantes del año.
El argumento en sí es sencillo, pues el tema del nazismo y la resistencia heroica de los opositores a Hitler está ya muy manido (el último ejemplo lo tenemos en Resistencia, con Daniel “Bond” Craig). Sin embargo, en manos de Tarantino suena a nuevo, diferente, desconocido. Una de las novedades que introduce es la división de la película en cinco capítulos, cada uno de ellos imprescindible y a la vez autónomo (casi todos tienen su propia introducción, nudo y desenlace).
Otra de las características más loables del film es el sentido del humor que destila cada fotograma a pesar del dramático asunto del que se trata. Tarantino, en una reciente entrevista, reconoció que disfrutó riéndose del espectador con esta película y la verdad es que es el espectador el que disfruta con las carcajadas del director. Unas carcajadas ácidas y críticas con los americanos (los malditos bastardos del título) pero que también denuncian la hipocresía del mundo cuando se habla de cualquier totalitarismo. Este mensaje viene refrendado por la genialidad con la cámara de un Tarantino en estado de gracia. Atención al desenlace en el teatro, sencillamente extraordinario.
Pero es de justicia destacar que la película no sería la misma sin la participación de Christoph Waltz, magnífico en su papel del coronel Hans Landa. Su magnética interpretación ya le ha valido el premio en Cannes y una nominación al Oscar parece lo mínimo por un trabajo lleno de matices. Hasta bebiendo un vaso de leche resulta inquietante. En resumen, que a su lado Brad Pitt parece un actor de segunda, y eso que el marido de Angelina Jolie está glorioso en su divertido papel de jefe de los bastardos.

George Bailey

A los niños de Daya Dan

Se llama Nitum. Vive en Calcuta, en una de las casas fundadas por la Madre Teresa para acoger a niños abandonados. En este caso vive en Daya Dan, creada para niños con tetraplegias o trastornos mentales. Nitum debe tener 7 años, aunque nadie puede decir su edad exacta, y menos él mismo. Es algo que sorprende, la mayoría de la gente de la calle no tiene absolutamente ni idea del día en que nacieron. Le preguntas a un pequeño que debe tener seis años, y contesta " twenty" convencídisimo. A los niños de Daya Dan se les atribuía una edad aproximativa, cuando les traía la policía, o eran abandonados a las puertas del hogar.
Estos niños, afortunados entre " los más pobres de entre los pobres", vivían sin embargo en una especia de mundo paralelo, debido a sus graves deficiencias físicas y mentales. Estaban permanentemente desconectados del mundo real, como indiferentes a todo lo que les rodeaba. Les costaba muchísimo comunicarse, y tenías que repetir la misma cosa veinte veces para que te entendiesen. Sin embargo, una rutina se había instalado en su burbuja. Cada mañana, a las 8, veían aparecer a unos 30 voluntarios desconocidos que se iban a convertir en su familia por un día. Caras nuevas o vagamente reconocibles; en sus simples mentes, los niños redescubrían a los voluntarios cada día, aunque algunos llevasen tres meses ahí. La recompensa más gratificante era que algún día, al llegar por la mañana, uno de los pequeños esbozara una sonrisa al verte: se había acordado de tí. Sin embargo, esta triste indiferencia de los niños podía hacerse muy dura para algún voluntario que prentendía marcar una diferencia para ellos. Por eso quiero darles las gracias. En un sitio en el que la más cursi se convertía en la más espabilada y el más snob en todo un padrazo, estar con ellos marcaba una diferencia para ti. Y al final te dabas cuenta que con rodearles y quererles, cambiabas su mundo.
Prince, Joy, Nitum, Rama y tantos más. Niños que en sus mentes tan dramáticamente simples e inocentes, estaban rodeados de una aureola de amor. Y en cada uno de ellos, se encontraba Jesús. Esto es lo que profetizó Madre Teresa durante toda su vida. Cada criatura que recogía de la calle era el niño Jesús para ella. Y probablemente sea una de esas raras personas que han echo de "Ama a tu prójimo" su ley de vida. Personas así deberían ser un modelo para el resto de los humanos.

" Works of love are works of peace". Madre Teresa de Calcuta.

Ziggy Stardust

Bienvenido Mr Gürtel

Decían de Torquemada que era único por su ingenio y destreza a la hora de inquirir (que no de torturar). Se rumoreaba que no conseguía pegar ojo hasta que los secuaces del anticristo confesaran sus desatinos so pena de garrote vil. Durante años aparecieron burdos seguidores de éste, alguno mejor que otro pero ninguno a la altura de Don José Luis. -Pero hombre Don José Luis, ¿no cree usted que debería investigarlos bien antes de apresarlos?- Le decía hasta su portero. No obstante, como buena remasterización del antiguo inquisidor sabía rodearse de buenos lacayos. Que alguien tiene dinero negro... Que alguien no lo tiene... Que alguien ha utilizado dinero público o, por lo menos, eso parece... Da igual. Una llamada al eunuco Don Alfredo y todo solucionado. Sí señor, para qué más pruebas si con el vocerío del divulgador basta. Así pues al grito de "¡Qué les corten la cabeza!" funciona la emresa de Don José Luis, para qué más artificio.
Una obra de arte. La expresión más perfecta del cinismo nunca antes vista. Los que antes gritaban con bonitas chaquetas de pana: "'¡Viva la presunción de inocencia!" ahora ya sólo vocean "¡Viva la presunción!" pues la inocencia es un termino demasiado platónico como para ser nombrado en voz alta. Pobres gentes conocedoras del arte de la política. Y luego dirán nuestros nietos que quieren ser altos dirigentes de nuestro país.
El problema es que mientras se perpetue Don José Luis, la empresa ya está completa y sus miembros y miembras saludan desde el tendido mientras la palabrería se encarga de apaciguar felizmente las ansias foribudas de los enemigos de Don José Luis. Además en las localidades periféricas ya no se espera al afamado señor Marshall sino que ahora se oye a los lugareños decir: "¡Bienvenido Mr Gütel!"

Luigi Pirandello