“Los aztecas nos lo advirtieron”. Algo así decía el tagline del nuevo film de Ronald Emmerich. Se trata de una película titulada 2012, cuya original e innovadora trama gira en torno al irremediable y caótico fin del mundo (mensajes ecologistas subliminales a la vista). La consigna de Emmerich es sencilla: coge monumentos icónicos del mundo y dinamítalos, derrumbalos, inúndalos, haz lo que quieras, pero que se conviertan en una estampa apocalíptica desoladora. Creo que nos suena: Independence Day, Godzilla, El Día de Mañana... Been there, done that.
Afortunadamente de 2012 sólo vi el trailer. La que vi esa noche fue District 9, gran película que muestra cómo aún se puede ser original dentro del ancestral género de la ciencia-ficción. El visionario neozelandés Peter Jackson acertó al darle su voto de confianza (y varios millones) al realizador joven y desconocido Neill Blomkamp. Su apuesta era arriesgada, pero cuanto más riesgo, mayor el beneficio. Importa la historia, claro que sí, pero igual de importante es cómo se cuenta, los recursos narrativos empleados y las nuevas maneras de crear suspense. El director elige mezclar el lenguaje cinematográfico con la gramática propia del género documental para dotar a su increíble historia de una veracidad y cercanía inquietantes. Peter Jackson ya comprobó el potencial narrativo del falso documental (o mockumentary, como se prefiera) en su Verdadera Historia del Cine. Ahora es Neill Blomkamp quien utiliza esta frescura y espontaneidad para narrar su guerra contra alienígenas como hace seis décadas lo haría Orson Welles con su adaptación radiofónica de la Guerra de los Mundos. Resulta especialmente efectivo mezclar problemas ficticios (alienígenas) con problemas sociales acuciantes en el Johanesburgo de verdad (segregación racial, pobreza, contrabando, guetos...), haciéndolos convivir y retroalimentarse, creando una cruda crítica social excusada por el disfraz de la ciencia-ficción.
La película se podría clasificar de cine para masas, etiqueta con ciertas connotaciones peyorativas. Sí es cine para masas, y aún se puede meter en el saco de las pelis de verano. Es una película espectacular, de extraterrestres, pero no es una simple peli de explosiones. Las secuencias de acción son ciertamente impactantes. No obstante, con lo que me quedo del film es con la paulatina transformación del protagonista en alienígena, mutación llena de desasosiego y terror al más puro estilo La Mosca de Cronenberg (la comparación se podría extender a La Metamorfosis de Kafka). Blomkamp trata los temas de la desolación y la lucha contra las circunstancias con mucho estilo y acierto, demostrando que en este tipo de palículas también se puede incluir temas humanos.
En fin, os recomiendo a todos esta singular película, y en especial, a Ronald Emmerich...
King Creole
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