jueves, 7 de abril de 2011

Después de la noche

Creía que habías muerto.

Soy sincero, bien sé que eso fue lo que sentía. Descuidada, gris y enmohecida, olvidada, gris y macilenta, no podías estar más tiesa. Fue mi culpa. Sí. Lo confieso, ni las musas, ni Dionisio me vedaron esta pasión. Fui yo mismo, que agitado por el mundo, fui podando de mi vida, todo lo que de mi es romántico.

Y así caminaba, cercenado, por un mundo gris y tibio. Sin amores y sin horrores, iba vacío. Pasajero de mi propia vida, espectador de lujo de mi día a día. Cómo ese amor plastificado, tan carente de sentido. Y fui yo, repito, quien con prisas y deberes, entre el ruido y el trajín, te dí la espalda.

Te doy las gracias por volver. Y de que lo hagas sin rencores. Razones no te faltaron, el haberte yo tratado cómo amante de despecho. Aquellos que una vez atrás el lecho, más de ellos saber no quieres nada.

Benditas flores. Ese preludio de la primavera, ha conseguido resucitar esa parte de mí. Nunca me gustaron las ñoñerías, siempre he sido contrario a las memeces.

Pero esos brotes de color...... los que no terminan de aparecer en la Economía, los que han usucapido el aura invernal de la marchita villa Matritense, los que han destronando a la mediocridad y a la rutina, han sido lo que me han devuelto esta porción de mi vida...... ¡Esos brotes de alegría!

Más hace ya de un mes, que en mi vibra incontenida. Es una brasa encendida, un fragor que no se apaga, una llama siempre viva. No he vuelto a hojear los libros de texto, sin buscar un reatazo de poesía entre los farragosos textos iuspositivistas. No he vuelto a abrir un diario, sin buscar en cada crónica, en cada artículo, en cada noticia, un reflejo de la pasión humana. Hasta los crímenes me parecen rasgos de humanidad, en un estandarizado mundo que se me torna prefabricado y artificial.

Yo.... ya no vago por las calles: vista al suelo, seres translúcidos. Ahora camino. Observo almas, escudriño pasiones, busco ilusiones. Mi inquietud curiosa, anhela respuestas e inventa historias incluso dónde nadie las oculta. Hábito peligroso es éste..... pero...¿Cómo he podido vivir de otra manera?

Y así es cómo descubro, gratamente sorprendido, cómo mi curiosidad se ve saciada. No soy el último, no soy el único. Las musas han despabilado de ese sopor letárgico que en las urbes se respira, a otro estudiante de Leyes y de escaseces.

- “De madrugada siempre cruzo en esta acera”.

Ya el hábito es curioso. No es la ruta que mejor conviene. Habla un compañero con quien, en el suburbano, comparto vagón, no pocas veces. Sigo indagando.

- “No es por comodidad, obviamente, si no porque desde este punto se ve el amanecer más bonito de todo Madrid”.

¡Qué sencilla respuesta!¡Qué genuina contestación!¡Qué réplica tan humana!¡Qué sublime resolución!

No pude de menos de sonreír y dejar perdida en eso cielos mi mirada, e imitarle desde entonces otras tantas mañanas.

Desde entonces contemplo, regocijado, los cielos morados y las nubes naranjas. Miro a esa bóveda del cielo que presenta disfrazada sus respetos a los “gatos”. Estudiantes, albañiles, conductores o becarios, que recién desayunados, saludan temprano a la jornada.

Y recuerdo la voz sonámbula, de otro que aún sin saberlo, es un romántico perdido. Y saboreo en mi memoria ese instante, cambiando las palabras, manteniendo el mismo mensaje, "Desde aquí se ve el funeral de la noche, el bautizo de un nuevo día".

José Arcadio Buendía