Decían de Torquemada que era único por su ingenio y destreza a la hora de inquirir (que no de torturar). Se rumoreaba que no conseguía pegar ojo hasta que los secuaces del anticristo confesaran sus desatinos so pena de garrote vil. Durante años aparecieron burdos seguidores de éste, alguno mejor que otro pero ninguno a la altura de Don José Luis. -Pero hombre Don José Luis, ¿no cree usted que debería investigarlos bien antes de apresarlos?- Le decía hasta su portero. No obstante, como buena remasterización del antiguo inquisidor sabía rodearse de buenos lacayos. Que alguien tiene dinero negro... Que alguien no lo tiene... Que alguien ha utilizado dinero público o, por lo menos, eso parece... Da igual. Una llamada al eunuco Don Alfredo y todo solucionado. Sí señor, para qué más pruebas si con el vocerío del divulgador basta. Así pues al grito de "¡Qué les corten la cabeza!" funciona la emresa de Don José Luis, para qué más artificio.
Una obra de arte. La expresión más perfecta del cinismo nunca antes vista. Los que antes gritaban con bonitas chaquetas de pana: "'¡Viva la presunción de inocencia!" ahora ya sólo vocean "¡Viva la presunción!" pues la inocencia es un termino demasiado platónico como para ser nombrado en voz alta. Pobres gentes conocedoras del arte de la política. Y luego dirán nuestros nietos que quieren ser altos dirigentes de nuestro país.
El problema es que mientras se perpetue Don José Luis, la empresa ya está completa y sus miembros y miembras saludan desde el tendido mientras la palabrería se encarga de apaciguar felizmente las ansias foribudas de los enemigos de Don José Luis. Además en las localidades periféricas ya no se espera al afamado señor Marshall sino que ahora se oye a los lugareños decir: "¡Bienvenido Mr Gütel!"
Luigi Pirandello
Una obra de arte. La expresión más perfecta del cinismo nunca antes vista. Los que antes gritaban con bonitas chaquetas de pana: "'¡Viva la presunción de inocencia!" ahora ya sólo vocean "¡Viva la presunción!" pues la inocencia es un termino demasiado platónico como para ser nombrado en voz alta. Pobres gentes conocedoras del arte de la política. Y luego dirán nuestros nietos que quieren ser altos dirigentes de nuestro país.
El problema es que mientras se perpetue Don José Luis, la empresa ya está completa y sus miembros y miembras saludan desde el tendido mientras la palabrería se encarga de apaciguar felizmente las ansias foribudas de los enemigos de Don José Luis. Además en las localidades periféricas ya no se espera al afamado señor Marshall sino que ahora se oye a los lugareños decir: "¡Bienvenido Mr Gütel!"
Luigi Pirandello
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