Querida amante anónima,
Te escribo para disculparme. Quizá sea este mundo corrompido el que tenga la culpa, es posible que yo sea la personificación de ese mundo. No sé si me he convertido en aquello contra lo que precisamente lucho a diario. Amante anónima, siento no tener las respuestas que buscas. Siento no ser capaz de dar la cara al sentimiento. Lo único que te ofrezco es el triste consuelo de un placer absolutamente mundano. No sé si fui yo o fuiste tú quien me reveló que el amor es demasiado complejo como para querer abrazarlo, quizá seamos nosotros los que hemos preferido vivir viciados por bocanadas de lujuria: nada de promesas, nada de palabras idealistas pues son éstas las peores de las promesas. Querida amante anónima, te doy las gracias por haberme enseñado el relativismo del sentimiento. Me temo que no sé si sabré agradecértelo, no sé si seré coherente; me da miedo tener el poder de hacer daño en mis manos. Me asusta herir lo más profundo del alma. Mi buena amante anónima, te pido perdón por ser frío y desalmado; por ser un cínico embriagado; por quedarme en lo superficial del sentimiento; por pronunciar palabras que significan más de lo que son; por no volver a abrazarte jamás. Pues mi querida amante anónima, tienes algo mucho más valioso: tus sueños, ésos no tienen precio. Si te preguntas por mí, estáte tranquila, probablemente siga suspirando por los mismos besos, suicidando mi destino, víctima del recuerdo. Gracias por hacerme huir de la bohemia y de todos aquellos espectáculos que parecen hacer del amor una moda. Tú, querida amante anónima, aunque te cueste creerlo, eres mi fiel aliada contra la rendición y el fracaso. Aguanta el tiempo mientras todo se haga viejo, hasta que algún día sea capaz de devolverte el favor que un día me hiciste. No te vuelvas una escéptica, no creas que las lágrimas que desprende tu desconsuelo han caído en lo más hondo del olvido. No renuncies a entregarte a alguien que haya sentido lo mismo que tú, dejando de lado la parte más narcisista de tu sentimiento; muere, si hace falta... No te inquietes al pensar que quizás no llega un mañana, pues al final no es más que un formidable secreto. Mi querida amante anónima, no va a ser mi amor quien te desvele ese misterio; no van a ser mis labios los que produzcan un escalofrío por todo tu cuerpo; no quiero ni mirarte porque hoy no soy sincero... No me entregues tu amor, no sabré apreciarlo. Si un dia no encuentras consuelo; si un día no hay luz en tus sueños; si ya no te quedan amigos que gastar, vuelve a gritarle al mundo, mi fiel amante anónima, que jamás empezó a ser justo.
Siempre tuyo
Luiggi Pirandello
Dedicado al último francés
Souviens-toi mi amigo gabacho
que habiendo querido tanto,
te entregué un día mi llanto
porque ya no me queda amor
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