Nos dicen románticos por la entrega y el tesón, por demostrar al mundo que hay algo más allá de dos palabras. Por el orgullo de estar sufriendo de tanto amor, por ser responsables de todos los actos delictivos contra el olvido. Por ser golpeados y poner la otra mejilla, pues somos como un gato que se lame las heridas. De nada sirve clamar al Cielo pues fuimos nosotros los que aceptamos el contrato mientras las promesas eran nuestro único aliento. Detestamos la tristeza pero a la vez la abrazamos, nos sirve de refugio mientras ahí fuera la realidad estalla en pedazos. Se nos olvidó cómo utilizar la razón y le entregamos todas las competencias a un pobre corazón que ríe y llora por recuerdos. Por el sentimiento abrupto de un aullido en lo más profundo del alma, en noches en que bebemos nuestra tristeza para acordarnos de sus besos. Nos miran con asombro cuando tratamos de vengar a simples amantes carnales, eruditos del despropósito, pobres de respeto hacia tu amor verdadero. Defendemos la elegancia de un gesto frente a la muchedumbre de mil y un piropos.
Caminamos con palabras que nos reconfortan pues no hay mayor consuelo que el haber conquistado una brizna de felicidad en el rostro ajeno. Combatimos el podrido egoísmo entregándonos al simple querer, sin esperar a ser queridos. Reivindicamos que el hombre puede ser terriblemente bueno en este mundo enfermo. Cegados de manera inesperada, pagamos los platos rotos de un amor caprichoso. Hasta este punto las palabras ya nos sobran, merece la pena despertar cada día para seguir gritando "¡Abajo el progreso!"
Lo inhumano es vivir pensando, barajar la posibilidad de lanzarte de nuevo al vacío. Nuestra mente es el arma más peligrosa del universo así que más vale no dejarle margen de maniobra. No le importamos a nadie, nos han puesto en un lugar que no es el nuestro. Todo lo que nos rodea huele a podrido, quién sabe si ser así nos va a servir de algo. Quién sabe si habrá que venderse a las exigencias del mercado.
Vivimos prácticamente muertos aunque sabemos que no es cierto. La muerte es un capricho que aún no nos hemos ganado, habrá que seguir luchando por ella, o más bien, por ellas. Nos da pena el destino y si es verdad que no hay futuro sin olvido yo me quiero plantar. Me niego a vivir en un mundo en que el amor no es más que pasajero. Ahora recorro la cola del paro sin más empleo que completar un puzzle de un corazón que está hecho pedazos, ¡éso si que es desempleo! La lucha y el progreso, la muerte y el desamor, la tristeza y el olvido, amor y lealtad... ¿Qué más da todo eso? Mi corazón está de luto y, hoy, al verte, en vida lo entierro.
Luiggi Pirandello
Caminamos con palabras que nos reconfortan pues no hay mayor consuelo que el haber conquistado una brizna de felicidad en el rostro ajeno. Combatimos el podrido egoísmo entregándonos al simple querer, sin esperar a ser queridos. Reivindicamos que el hombre puede ser terriblemente bueno en este mundo enfermo. Cegados de manera inesperada, pagamos los platos rotos de un amor caprichoso. Hasta este punto las palabras ya nos sobran, merece la pena despertar cada día para seguir gritando "¡Abajo el progreso!"
Lo inhumano es vivir pensando, barajar la posibilidad de lanzarte de nuevo al vacío. Nuestra mente es el arma más peligrosa del universo así que más vale no dejarle margen de maniobra. No le importamos a nadie, nos han puesto en un lugar que no es el nuestro. Todo lo que nos rodea huele a podrido, quién sabe si ser así nos va a servir de algo. Quién sabe si habrá que venderse a las exigencias del mercado.
Vivimos prácticamente muertos aunque sabemos que no es cierto. La muerte es un capricho que aún no nos hemos ganado, habrá que seguir luchando por ella, o más bien, por ellas. Nos da pena el destino y si es verdad que no hay futuro sin olvido yo me quiero plantar. Me niego a vivir en un mundo en que el amor no es más que pasajero. Ahora recorro la cola del paro sin más empleo que completar un puzzle de un corazón que está hecho pedazos, ¡éso si que es desempleo! La lucha y el progreso, la muerte y el desamor, la tristeza y el olvido, amor y lealtad... ¿Qué más da todo eso? Mi corazón está de luto y, hoy, al verte, en vida lo entierro.
Luiggi Pirandello
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