lunes, 2 de noviembre de 2009

Pensamientos

Para ti, amante despechado, escribió Lampedusa: “El amor. Evidentemente el amor. Fuego y llamas durante un año, cenizas durante treinta. El sabía lo que era el amor”. No te culpo por pensar así, será que sólo has probado el sabor a acíbar del más humano de los sentimientos. Sin embargo, te pido que no me culpes a mí tampoco por pensar que el amor es lo que mueve el mundo, y sin él, estamos perdidos. Ya lo decía Dante: “lámor che muove il sole e láltre stelle”.
El amor es algo divino y, si tenemos fe, aparecerá en nuestras vidas con una pasión y una fuerza desconocidas, alcanzándonos la deidad con la que se nos engañó una vez. Porque a eso estamos llamados, a ser dioses. Pero no jugando con la vida o con la muerte, sino dejándonos arrobar por esa sensación única en la que el alma despierta y nos hace aspirar a más, se nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente. Eso es lo hace sentir el amor, el verdadero amor. Quienes lo degustamos día a día, lo sabemos.

Enrico Palazzo

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